A veces no nos cabe en la cabeza, pero la violencia de género (física, sexual y psicológica) está en la calle de muchas maneras. Digo que no nos cabe en la cabeza porque no deja de ser extraño que estas manifestaciones violentas se den en pleno siglo XXI. Parece como si fuera algo del pasado. Pero sigue sucediendo, incluso en parejas jóvenes, y muchas veces permanece oculta. En caso de descubrirla desconocemos su gravedad y no sabemos cómo actuar.

Este artículo está orientado más hacia personas jóvenes, aunque muchas de las consideraciones se dan en cualquier relación de pareja.

Las relaciones en las que está presente la violencia de género tienen unas características que se suelen repetir

Al principio la intensidad de la violencia es baja, con lo que la víctima tiene la sensación de que puede controlar la situación. Estas personas dejan de hacer muchas cosas que antes hacían para complacer a su pareja, ya que piensan que quizá eso interfiere en la relación. Siempre intentan complacer en todo a la pareja para evitar la violencia. La violencia no suele ser algo continuo, sino que se alterna con muestras de amor. Es difícil que las personas de fuera detecten algo raro en el agresor. Suelen ser educados y correctos.

Cuando averiguas que una persona cercana está sufriendo violencia de género sientes enfado, no estás dispuesto a consentir lo que ocurre. Te preocupas por esa situación tan grave. Y lo más importante, no sabes qué hacer, dónde acudir.

Una de las razones de esta preocupación es que cuando te enteras de la existencia de esa violencia, esta ya hace un tiempo que se viene dando.

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Para las víctimas de violencia de género es difícil confesar lo que ocurre

¿A qué se debe esto? Veamos algunos factores:

No se suele dar importancia a los primeros episodios de violencia. Se piensa que no se volverán a repetir y que la situación está bajo control.

La vergüenza, vergüenza por muchas razones: De que todo se sepa, de reconocer que sus allegados estaban en lo cierto cuando le decían que no le convenía esa pareja, etc.

El amor sigue ahí, pero si la chica cuenta lo que ocurre, su familia y amigos la presionarán para que termine esa relación. No quiere dejarle porque le ama.

El miedo es el responsable de muchas de nuestras acciones:

  • Miedo a que el agresor se ponga más violento.
  • Miedo a contarlo y que nadie le ayude ni le dé la importancia que se merece.
  • Miedo a que se enteren de todo personas fuera de su entorno más próximo. Este miedo lleva también implícito un sentimiento muy fuerte de vergüenza.
  • Miedo a que se la tome por mentirosa
  • Miedo a la policía, abogados, jueces, trabajadores sociales. Es muy normal el miedo a tener que llegar a juicio.

En el caso de chicas jóvenes y/o adolescentes, el hecho de tener novio parece que les da un punto de libertad. Si comenta a sus padres que su novio la maltrata, ellos pueden volver a controlarla, lo que será un paso atrás en su libertad.

Las chicas piensan que ellas tampoco son perfectas y que también tienen sus fallos que evidentemente su pareja tiene que soportar.

¿Cuándo empezar a sospechar?

Si se trata de estudiantes, el rendimiento académico va bajando.

Está más pendiente que antes del móvil y del ordenador.

Cambia su forma de vestir y estado de ánimo, este último a peor. Estos cambios en el estado de ánimo dificultan la relación con esta persona.

Ya no queda con sus amigos de siempre.

Ha abandonado algunas actividades que solia hacer.

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Si te das cuenta de que en una relación ocurre lo siguiente…

Él quiere saber lo que está haciendo en cada momento, dónde y con quien.

Es celoso y no la deja arreglarse como a ella le gusta.

Se enfada por tonterías y se ríe de ella delante de todo el mundo.

No tiene en cuenta su opinión y punto de vista para ningún asunto que tengan que hablar entre los dos.

Nunca pide perdón.

La presiona para mantener relaciones sexuales, la amenaza.

Ella no se atreve a llevarle la contraria, o simplemente a comentarle que no está de acuerdo en algo.

Le tiene miedo.

Atención a la presencia de signos de violencia física.

Controla su móvil y redes sociales, incluso tiene las contraseñas.

¿De qué hemos de ser conscientes?

No hay nada que justifique la violencia. El único culpable de la misma es el agresor.

Una persona violenta hace que su pareja no se sienta libre, y de hecho no lo es. Se nota en esas personas que se vuelven dependientes, no son tan capaces de tomar decisiones.

La violencia solo disminuirá mediante una intervención externa.

Mostrarse celoso y controlador no es amar a la pareja.

Cuanto más claro tengamos todo, mucho mejor. Los padres, amigos y familiares son muy importantes para proteger a la víctima y hacerle ver la realidad.