El título de esta entrada es exactamente el del artículo al que hago referencia (aquí), y que comento a continuación, que es como solemos decir, me llegó al alma.

Lo que dice parece escandaloso, pues con todo el desempleo que existe, que te vengan con que hay puestos que no se cubren parece como que se nos ríen en la cara. Y no se les ocurre mejor manera para llamar a ese fenómeno que “escasez de talento”, término supongo traducido del inglés, pues viene de un estudio realizado en los Estados Unidos.

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Bajo estas líneas destaco una serie de ideas que aparecen en el artículo:

  • Hay una brecha evidente entre lo que sale de las universidades (y previamente de las escuelas) y lo que llega a las compañías.
  • A esto se une la velocidad a la que cambia el mercado laboral, una vorágine que genera nuevas exigencias y capacidades profesionales a las que muchos candidatos no pueden adaptarse.
  • Las organizaciones han empezado a plantearse hace bien poco qué van a necesitar de verdad para el nuevo modelo de desarrollo. Gran parte de las organizaciones están tan preocupadas por sacar la empresa adelante que no se preocupan tanto de qué va a ser necesario para el nuevo modelo económico que se está construyendo:
  • Se recomienda que las carreras tengan como mínimo unos conocimientos de tecnología del 25%: «Por cada puesto de trabajo que desaparece en el sector tradicional se crean 2,6 vacantes relacionadas con perfiles digitales. Pero además, en las carreras de tecnología debería haber también un 25% de negocio, porque de lo contrario, quienes salen de ellas no son valiosos ni empleables».

Conclusiones
No negaré que terminamos los estudios sin formación práctica, al menos la mayoría de nosotros. Pero aunque la tuviéramos no sería suficiente, ya que cada empresa trabaja en un ámbito y no se puede tener práctica en todo. Aun así, no confundamos. Una cosa es la falta de experiencia y otra es la falta de talento. El talento nunca falta, pero hay que trabajarlo. Aunque en un contexto como el actual, y con una mentalidad empresarial como la que siempre ha existido en España, las barreras para fomentar el desarrollo del talento son cada vez más difíciles de superar.

Es como la mentalidad infantil/adolescente: Lo quiero todo, y lo quiero ya. O lo que es lo mismo, quiero un empleado al que no tenga que formar, que acepte sin rechistar las condiciones que le pongo y por supuesto que sea joven.

Una pena, señor empresario. Creí que era usted un adulto. Usted nos gana a los desempleados en cantidad de bienes, y nosotros le ganamos a usted en madurez.

Nos vemos la semana que viene.